sábado, 22 de enero de 2011
La mitad de Oscar
Óscar es guardia de seguridad en una salina. Tiene 30 años y vive solo. Su vida consiste en ir cada día al trabajo, ponerse el uniforme, colgarse la pistola y sentarse a mirar montañas y montañas de sal. Al mediodía suele recibir la visita de Miguel, un antiguo guardia jubilado. Miguel llega desde Almería en bicicleta, trae siempre comida para almorzar con Oscar. Cada día, cuando termina el turno, Óscar se cambia de ropa, toma el autobús y vuelve a casa. Allí lo primero que hace es mirar el buzón, pero nunca hay cartas
o, al menos, la carta que él espera. Pero un día la rutina se rompe. Óscar llega a la residencia de ancianos donde está su único familiar, su abuelo, que tiene Alzheimer; se ha puesto enfermo y lo han llevado al hospital. La Directora le cuenta que han avisado a su hermana
Óscar se queda petrificado; hace dos años que no sabe nada de ella y ni siquiera tiene su teléfono. La llegada de María a Almería abrirá la caja de Pandora. Óscar, sin embargo, está dispuesto a llegar hasta el final, aunque el precio que tenga que pagar sea muy alto.
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